El hotel tenía un aire a albergue de estudiantes. En el baño no había champú, por lo que cuando volvimos por la noche le pedimos al chico de recepción que si nos podía dar un par de botellitas. Como no tenían, al día siguiente tuvimos que comprar uno que se quedaría dos días después en la puerta de embarque del aeropuerto. Durante el desayuno, (oh my God) no había té y llevaban varios días sin el, así es que Sazed tenía otra cosa que comentar. Me senté en el sofá, saqué el block y me dispuse a dibujar el segundo dibujo del viaje. Durante la conversación, escuché que el chico era trompetista en una orquesta muy conocida de Budapest con la que solía viajar cuando les invitaban a tocar en algún sitio.
A la mañana siguiente, vi en recepción una columna de cajas de té de diferentes sabores y colores…
Dolça