Darío está a punto de nacer y su tía Lorena me pide que le pinte un cuadro para él. Me cuenta que Darío es un nombre Persa.
Investigando un poquito sobre los Persas, vengo a saber del importante papel que ejercían para ellos los caballos. Eran épocas de conquistas y batallas.
Me encuentro incluso con una información que me parece curiosa como que en Persia, cuando moría un gran hombre, las manifestaciones públicas de dolor se exageraban hasta el punto de hacer que los caballos lloraran también junto a familiares y amigos…
La economía de la cultura Persa se basaba en la agricultura, el pastoreo y la extracción de minerales con los que crearon sus propias monedas y que gracias a ellas pudieron ser buenos comerciantes.
Descubro también unos bajo relieves con palmeras con dátiles parecidas a las mías…
Bueno, je, je, y ahora era mi momento de cómo hacer, con todo ello, un cuadro feliz y que además no fuese muy azul por lo de los estereotipos de género, tal como me comentó su tía…
Fuese para chico o para chica, no pude resistirme a pintar el cielo con un precioso azul alba y el palacio de un maravilloso turquesa. La espada que los Persas pudieran tener en su mano para luchar por territorios soñados, la transformaría en una flor corazón como símbolo de la paz y el amor. Su traje lo pintaría con los colores de la dulzura, deseando que Darío crezca como un niño feliz, amable y amigo de todas las culturas del mundo.
Espero que le guste crecer junto a él.
Bienvenido al mundo Darío!
Que tu vida sea inmensamente bonita…
Dolça