Mis padres también estuvieron, esa tarde, dejando sus huellas al lado del mural. No es que hayan pintado, pero sé que han estado presentes con el corazón…
Mi madre dudaba de si debía mancharse las manos y yo le dije que pensara que, ese momento, ese preciso momento, era algo así como un acto de amor… Sus manos estampadas, al lado, de las del amor de su vida. Un día iríamos paseando por allí y nos encontraríamos sus manos estampadas ahí y recordaríamos, con una sonrisa, ese momento.
Sé, que este momentito de esa tarde, vale por una vida entera…
Special thanks a Jose Antonio, que cada noche ha llegado desde Crevillente, después del trabajo.
Siguen faltando manos por estampar…
Un beso!!!
Dolça