También sacó una cajita que tenía guardada llena de fotos que nunca habíamos visto…para recordar a la yaya, no me hacía falta su corazón… volverme a encontrar con ella, con su sencillez, su delantal y su ramito de flores, era volver a saborear los caramelitos pictolín que siempre llevaba en los bolsillos y oler la canela de sus natillas caseras, al abrir su nevera…
Feliz martes!!!
Dolça