Jueves 22 de Octubre,
«…Hoy he llegado a clase un poco tarde por culpa de mi madre. El profesor me ha dejado pasar porque dice que las puertas de la geografía siempre están abiertas…»
Hace unos días, cuando estaba en la cocina, Sofi me volvía a llamar desde su habitación para que fuese y me sentase en su cama. Cada vez que me invita, ya sé que tiene algo importante que contarme. De esta manera, me contó hace años quien era el chico que le gustaba, mientras que yo sentí que me daba un vuelquito el corazón y le intentaba recordar, por si a caso se le hubiese olvidado, que a ella le gustaba jugar con las muñecas y los playmobil… Así como si eso fuese incompatible con que le hiciese tilín el corazón. Recuerdo, que unos días después, conseguí una foto de aquel niño, que cosas de la vida, era nieto de una de mis alumnas de pintura en el Hort del Xocolater. Aquel día, esta vez fui yo la que le invité a pasar a su habitación y le animé a ver si encontraba algo diferente en ella. Allí, sobre su mesita, en un marquito, estaba el niño de su corazón, je, je, le dije también que aquel marco de fotos lo íbamos a dejar para ir poniendo los diferentes niños que con el tiempo le fuesen gustando… La verdad es que después se nos olvidó y no lo volvimos a hacer más.
«Toma, te dejo que leas todos mis diarios», me dijo haciéndome volver a la realidad. Y allí me fui encontrando con cosas escritas muy bonitas de amor y desamor como «Hoy por fin te has quedado en el baúl de los recuerdos de mi pequeño corazón».Me recordó un poquito a la forma de escribir de la escritora Irela Perea, y le comenté que debería leer sus poemas.
Este año, el profesor de sociales les ha dicho que tienen que escribir un diario de clase y así fue cómo me encontré formando parte de un jueves de octubre… «Hoy tenemos clase a primera hora. He llegado a clase un poco tarde por culpa de mi madre. El profesor me ha dejado pasar porque dice que las puertas de la geografía siempre están abiertas…»
Un beso
Dolça
Posdata: Para escribir este post y hablar de su diario, le pedí primero permiso. Conservo todas sus libretas de lengua, tanto de ella, como de su hermano, porque además de ser una enamorada de la evolución de su escritura, me ha vuelto siempre loca de amor leer sus pensamientos y sentimientos, incluso los de los días tristes.